20.9.01

Los Bush y los Bin Laden


Los Bush y los Bin Laden Por Jordi Solé Tura * Publicado en El Periódico
La familia del presidente y la saudí tuvieron relaciones financieras cuando EEUU se acercó al terrorista millonario para frenar a la URSS
El discurso del presidente Bush sobre cuál iba a ser la respuesta de EEUU contra los terroristas internacionales fue acompañado en muchas televisiones mundiales por otro discurso de Osama bin Laden, que era una manera de decirle al presidente Bush que allí estaban los dos líderes mundiales cara a cara. Pero también era una manera de recordarle que su relación venía de lejos, como ha señalado un importante sector de la prensa internacional.
El tema en cuestión es la oscura relación financiera entre la familia Bush y la familia Bin Laden. Según los datos conocidos, durante los años de presidencia de su padre, el actual presidente Bush creó una empresa petrolera llamada Arbusto, que contó con importantes ayudas e inversiones de Salem bin Laden, hermano de Osama. Los datos y el nombre del intermediario, James Bath, son conocidos por los servicios federales norteamericanos desde principios de los años 90 porque las operaciones del citado intermediario tenían como fin influir en decisiones políticas norteamericanas a través del clan Bush.
Un asunto como éste no pasaría de ser un elemento más de las miles de redes de influencias y lobis que transitan por el mundo de las finanzas. Pero llama la atención por los nombres, y por otro asunto de enorme alcance político, como fue la posición de EEUU en la guerra de Afganistán contra las tropas de la antigua URSS. Como se sabe, cuando los ejércitos soviéticos invadieron Afganistán, a principios de los años 80, EEUU buscó aliados para intentar frenar a su gran adversario de la guerra fría.
El aliado principal que halló inmediatamente fue un misterioso millonario llamado Osama bin Laden, que aportó ingentes recursos para organizar unas tropas afganas bien armadas y aguerridas que, con su apoyo y el de EEUU, derrotaron a las fuerzas soviéticas. Cuando los vencedores se dividieron y unos siniestros fundamentalistas llamados talibanes entraron en guerra con los demás sectores afganos, EEUU decidió que para la estabilidad de la zona era mejor que los talibanes ocupasen el poder. Y así ha sido hasta hoy. Todo ello para llegar a la esperpéntica situación de que los rusos expulsados por los talibanes y Bin Laden se ofrecen hoy a colaborar con EEUU para derrotar a los enemigos que les vencieron a ellos con apoyo norteamericano.
Naturalmente, estos datos no exoneran a nadie del castigo por los terribles atentados del 11-S. Pero plantean el problema de saber con qué, con quién y con qué recursos y alianzas se va a crear y dirigir un mundo seguro que hoy por hoy no tiene el liderazgo necesario para ello. Cuando cayó el muro de Berlín pareció que la UE y EEUU iban a liderar seriamente el futuro. Ahora vemos que este futuro es más complicado e incierto, no sólo por lo que ha demostrado el 11-S, sino porque no parece que tengamos garantizada la seguridad ni el liderazgo político, económico y cultural.
Es posible que la derrota de los talibanes y del misterioso Bin Laden abra una fase de mayor seguridad, pero no creo que esta fase esté asegurada mientras los desequilibrios del mundo sigan siendo tan feroces. Ahí tenemos, por ejemplo, la situación de Israel y Palestina que es, en un espacio muy reducido, la misma batalla que puede encender el mundo islámico.
La extrema violencia del 11-S nos lleva, de momento, a una nueva violencia. Es posible que con ella sean derrotados los talibanes y se detenga o se ejecute a un extraño personaje considerado como el amo y señor de todos los terrorismos. También es posible que después de todo ello una parte de la familia Bin Laden vuelva a hacer negocios con la familia Bush.
PERO LA estabilidad y la concordia de un mundo tan complejo no se asentarán sólo con esta ejecución y estos posibles negocios. En la esfera mundial ya anuncian su presencia otras potencias e identidades, como la UE y China o Rusia. Pero también anuncian su estancamiento y su miseria grandes zonas de Asia, África y América. La mundialización se limita a reconocer su existencia y a aceptar sus desigualdades, sabiendo como se sabe que de éstas sólo pueden salir exasperaciones y violencias, jóvenes suicidas y jóvenes armados hasta los dientes.
Y la pregunta es si, a pesar de ello, seguiremos intentando poner orden con la violencia suprema o si lucharemos de verdad para que cada persona se sienta realmente una persona y pueda vivir dignamente como tal, viva donde viva, sea cual sea el color de su piel, su lengua, su religión...
* Diputado y dirigente del PSC-PSOE